Me duele tener que escribir este artículo y siento la responsabilidad de hacerlo.
Hace dos meses se celebró el centenario de Franz Kafka, tal vez el novelista cuyo pensamiento más moldeó el siglo XX. Solo así, desde la órbita de lo kafkiano, puede entenderser el último absurdo que ha desplegado el Consell para arrancarle a Alicante la nueva Facultad de Medicina que la Universidad de Alicante había estrenado este curso académico.
Como en la obra de Kafka, había un «Proceso». Sus inicios los ha resumido con acierto JR Gil: una operación política en los tiempos de la primera contrarreforma (1996) amputó Medicina a Alicante para debilitar la fuerza crítica de su universidad. Fue un caso obsceno de sectarismo ideológico frente a la dignidad del rector Pedreño y de quienes le acompañaron en la defensa de la autonomía universitaria. Una operación con muchas más vísceras que inteligencia que algún actor principal -me consta- revisaría.
En los últimos ocho años de gobierno progresista hubo muchos esfuerzos para revertir aquella pérdida ilógica, absurda, realmente kafkiana. Siempre se actuó con prudencia y jamás la revancha fue una opción.
A un error manifiestamente injusto no se podía responder con un nuevo error que podía generar más desazón y conflicto. Por ello, tras comprobar que la cogestión no era una opción factible, se optó por ampliar el servicio público universitario y potenciar al máximo toda la provincia de Alicante: Medicina en la UMH y Medicina en la UA. Nadie perdía. Todo el eje Alicante-Elx ganaba, se daban pasos hacia una cooperación justa y necesaria en beneficio del interés general pensando en los estudiantes y el futuro de nuestra sanidad.
Esos esfuerzos culminaron, de facto, en este curso 2023/24, cuando 86 estudiantes iniciaron el Grado de Medicina en Alicante. La Generalitat daba así respuesta a una reivindicación histórica, justa y legítima de la UA y de la sociedad de Alicante: contar con estudios de Medicina como – por cierto-los tenía hasta que le fueron arrebatados manu militari. Lo hicimos, además, en un contexto pandémico que reflejaba cómo de vital es tener suficientes profesionales sanitarios.
Sin embargo, Kafka ha vuelto a asomar. El actual Consell de la Generalitat ha decidido apartarse del proceso judicial que la UMH emprendió contra la autorización que ampliaba la oferta de estudios para el conjunto de la provincia de Alicante y las oportunidades para jóvenes que querían y no podían acceder a su vocación.
El Consell actual se aparta. Se retira del proceso. Y dicen que toca ser neutral.
Neutral: otra palabra en la neolengua que troca el sentido de conceptos como libertad o concordia.
Neutral: el eufemismo para disfrazar la intención final de todo este proceso.
No es neutralidad. Es un insulto a la inteligencia vincular la acción de «allanarse» de un proceso judicial con la neutralidad. Lo dice el diccionario. Allanarse es, literalmente, «avenirse o acceder a algo». Eso ha hecho el Consell: acceder a que se supriman los estudios de Medicina de Alicante. Volver a agredir a la Universidad de Alicante sin necesidad alguna. Es ridículo escudarse en una posible prevaricación, pues solo afecta a quien tomó la decision, que -por cierto- respeta la legalidad y, en cualquier caso, ahí esta el tribunal para verificarlo.
Vuelvo a Kafka. En este serial había un «Proceso». También se vislumbra una «Metamorfosis». Tras muchos años estirando el chicle del victimismo, denunciando agravios y reclamando para Alicante aquello que merecía, entra en escena la credibilidad.
Nunca hay que confundir el cinismo interesado con la defensa leal a una tierra. Muchas veces, como este periódico ha hecho, como la sociedad civil activa y consciente ha hecho, había fundamento, razón y necesidad para la crítica y la reivindicación. En cambio, con esta medida vergonzosa y sin otra lógica que no sea el absurdo kafkiano, ¿dónde queda la credibilidad de aquellos que decían defender a Alicante y que han experimentado una súbita «Metamorfosis»?
Ahora se ponen de perfil, de perfil neutral.
¿Neutrales ante qué? ¿Neutrales para no atender la brecha entre la vocación sanitaria alicantina y las plazas universitarias disponibles? ¿Neutrales para no hacer nada ante el relevo generacional de la plantilla sanitaria valenciana? ¿Neutrales para reducir las sinergias entre la medicina universitaria y el ecosistema innovador de Alicante?
¿Acaso se puede ser neutral ante todo ello?
Eso no es ser neutral. Eso es una toma de posición. Si es así –y parece que lo es–, tienen un problema. «En tu lucha contra el resto del mundo, te aconsejo que te pongas del lado del resto del mundo». Kafka, dixit.
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Si estamos hablando del futuro –de nuestros médicos del futuro; de la formación alicantina del futuro; de nuestra investigación futura–, ¿cómo se puede ahora desenterrar el hacha de guerra del pasado? Sería deseable que los políticos neokafkianos se pusieran del lado del interés general: defender la Facultad de Medicina que ya ha recuperado Alicante. De lo contrario, como ocurre en Kafka, podemos concluir que el absurdo no es casual. Que lo kafkiano encierra una explicación. Y en este caso, ese sentido oculto quizá se encuentre en otra acepción que el diccionario da al verbo allanar: «Dejar libre de obstáculos (un camino)». En este caso, abrir más espacio a operadores privados en la enseñanza universitaria. Nada nuevo. Nada neutral.
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