Miles de personas han salido a las calles de las principales ciudades del Reino Unido este miércoles para lanzar un mensaje en contra del racismo. Unas manifestaciones convocadas como respuesta a los disturbios de los últimos días en el país, alentados por la extrema derecha a través de las redes sociales, y que se han saldado con más de 400 detenidos. La preocupación ante posibles nuevos incidentes en la noche de este miércoles, con cerca de un centenar de concentraciones de grupos radicales programadas, se ha ido disipando a medida que pasaban las horas gracias a la fuerte respuesta ciudadana y al refuerzo de los efectivos de la policía. Los agentes han desplegado dispositivos de seguridad en lugares de culto religioso y en centros de acogida de inmigrantes ante la amenaza de sufrir nuevos ataques.
Los manifestantes antirracistas han ocupado las calles de las principales ciudades, incluidas Londres, Birmingham y Newcastle, en un intento por frenar la ola de violencia desatada desde el pasado martes. En Liverpool, cientos de personas han formado un escudo humano alrededor de una iglesia que ejercía como centro de asesoramiento para inmigrantes, mientras que en otras ciudades los pocos manifestantes de extrema derecha se han visto claramente superados en número por los grupos antirracistas. Algo que ha evitado los enfrentamientos entre las dos facciones. Proclamas como “No hay espacio para el fascismo” o “acabemos con el fascismo y el racismo” han ocupado las pancartas en las principales concentraciones.
Alivio para el Gobierno
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La ausencia de altercados ha supuesto un alivio para el Gobierno y para las fuerzas de seguridad, que habían movilizado hasta 6.000 agentes antidisturbios por todo el país para evitar nuevos altercados. Representantes del Ejecutivo han alertado en las últimas horas de que cualquier persona implicada en actos violentos será perseguida por la justicia, en un intento por contener posibles movilizaciones ultras. “La gente tiene que entender que si lanzas misiles, si atacas a la gente, si incitas al odio y a la violencia, tanto si es online, como si es offline, te encontrarás con la ley porque es ilegal“, ha dicho la viceprimera ministra, Angela Rayner. El Ejecutivo ha hecho todo lo posible por acelerar las detenciones y por agilizar la comparecencia ante la justicia de las personas implicadas en los disturbios de los últimos días.
Las movilizaciones antirracistas se han producido el mismo día en que la justicia británica ha dado a conocer las primeras penas de cárcel para las personas involucradas en los altercados. Un tribunal de Liverpool ha condenado a Derek Drummond, un hombre de 58 años, a tres años de cárcel por agredir a un agente de policía en los incidentes que tuvieron lugar la semana pasada en Southport, donde comenzó la ola de violencia tras el asesinato de tres niñas a manos de un joven de 17 años. Otros dos hombres, de 29 y 41 años, han sido condenados a 30 y a 20 meses de cárcel, respectivamente, por su implicación en los disturbios del centro de Liverpool.
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Información falsa
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Los altercados comenzaron tras la propagación de información falsa sobre el autor del triple asesinato de Southport, difundida por militantes de extrema derecha a través de las redes sociales, que apuntaba a que se trataba de un hombre musulmán que había llegado al país de forma irregular a través del Canal de la Mancha. La información fue desmentida poco después por la policía, que aclaró que se trata de un joven nacido en Gales y de padres ruandeses, pero no ha servido para frenar unas protestas que se han alargado hasta este martes. El temor a una repetición de los hechos ocurridos el pasado domingo, cuando cientos de personas atacaron dos hoteles que alojan a solicitantes de asilo en las ciudades de Rotherham y Tamworth, se ha prolongado a lo largo de este miércoles y ha obligado a la policía a redoblar sus esfuerzos para contener los ataques. El Gobierno confía en que el aumento de la presencia policial, así como las rápidas condenas a las personas implicadas, sirvan para frenar una ola de violencia que parece desinflarse con el paso de las horas.
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